Un rato de resumidos 10 años

50 caras que sonríen sentadas en butacas de un teatro que quizás sera una de las últimas veces que lo pisaran. Se cuentan anécdotas de tiempos pasados y lejanos que les gusta recordar con cariño. Risas nerviosas, risas melancólicas, risas llenas de felicidad... Quizás alguno no pase, quizás el año que viene tenga que volver, pero ya no sera sentado en las primeras filas como protagonista del evento. Nos sentimos mal por dejar atrás muchas cosas, demasiadas. Un discurso de alguien a la que conocemos solo por ser quien es, otro de alguien a la que conocemos por se familia de alguno, y otro por sencillamente para representar. Lo que más nos interesa esta por llegar. El nombre de 'nuestros' representante suena y nosotros impacientes esperamos a que sus discursos sean algo más que los otros. Suben las escaleras impacientes y nerviosos, esa no será la última vez que pisen el escenario esa noche.
Despliegan los folios y comienzan a leer. Los recuerdos inundan el teatro. Escuchamos embelesados y recordando cada instante de nuestra vida, cada momento en los que estuvimos juntos y disfrutando. Alguna lágrima discreta, otras más indiscretas...
Bajan, intentando aguantar el tipo, y lo consiguen.

Es la hora.

Se disponen a leer nuestros nombre, debemos subir a recibir el premio de 10 años de trabajo. Nuestras profesoras estas más nerviosas que nosotros. Ellas nos han ayudado a afrontar los últimos problemas, los más importantes.

Dos a dos subimos esas escaleras, nos ponemos la beca y saludamos a los altos cargos. Un pase de modelo, posar para la foto y volver a bajar.

Mi nombre, es la hora, mi hora.

Mi compañero sube por una escalera, yo por otra, nos encontramos arriba y hacemos el mismo rito que los anteriores.

Todos hemos subido y lo siguiente es un vídeo de nuestra vida en imagenes. Estamos sonrientes y felices, nos reímos con las fotos, con otras lloramos, y con otras discutimos.

Somos felices, estamos juntos, será la última vez que estemos allí, pero aún así da igual, sabemos que seguro nos volveremos a ver, aunque no volveremos a dar clase en ese lugar. Salimos de allí, nos abrazamos y nos secamos las lágrimas.

Nuestras familias se unen a nosotros.

Nos marchamos, juntos, tal y como entramos el primer día. Una de las últimas vueltas que damos, da igual, como ya lo he dicho, lo hacemos juntos.