martes, 23 de noviembre de 2010

Recuerdos...*

A las once de la mañana nos quejamos de cada centímetro del lugar donde estamos. 
Discutimos por quien ha sacado la peor nota en un examen, por quien ha estudiado más para ello, por los profesores, por los bocadillos, por las dificultades...

Nos acordamos de las tonterías que hacíamos el año pasado y que este no las podemos hacer, 
de los recreos tranquilos y relajados sentados frente al muro de la galería y hablando quizás,
de que haríamos al salir de allí. Todo reíamos por que por fin era nuestro último año. 
La 'Graduación', nuestra última fiesta de fin de curso, el último día. 
Tocaba la campana, y era una verdadera campana, que tocaba nuestro conserje al final de cada recreo. 
Madre mía, cuanto la echo de menos. 
Todos subíamos a la clase, refunfuñando y enfadados por que tocaban otras tres horas de clase, tres horas que ahora desearía dar de nuevo. 

Quizás Latin, quizás Sociales... 

Nos encantaba escuchar a nuestra profesora de Lengua leer a Becquer. Toda la clase se quedaba en silencio mientras que las golondrinas volaban. Nos gustaba mucho escuchar a la de Francés decir cuatro, ese maldito cuatro que nos entraba ganas de vomitar a más de uno y ese grandioso 'cuarenta y dos' que decíamos para decir que teníamos que ir al baño. 

Lo que más añoro, es escuchar esa 'reflexión' por las mañanas, que ninguno escuchaba y que muchos ahora desearían volver atrás para estar bien atento. 

El final de las clases, ir a casa de una de mis compañeras y hablar de todo menos de mates, y estarle muy agradecida por que las mates no me dieron tanta guerra como creía que me iban a dar. 
Escuchar reír a la tercera que componía mi grupo de clase. Hablar en clave con 'sujetos' con la segunda y yo no enterarme de nada, pero a pesar estar muy contenta por estar con ellas, por ellas me alegraron muchísimo mi último año. 

Ver a todos vestidos de gala y aguantar las ganas de llorar por que por fin lo habíamos conseguido después de 10 años, y celebrarlo a sí, bien guapos y bien vestidos y que mi padre me dijera que estaba muy orgulloso de mi y yo sentirme la más afortunada del mundo por eso y por estar con ellos.

Llorar como nunca he llorado el último día de curso y ver a los demás acompañarme en mis llantos. Llantos de pena y no de alegría por que nos íbamos, por que no nos volveríamos a ver como compañeros a muchos de nosotros y por separarnos. 



Son las 11 y media, hora de volver a clase, a una clase que nunca sentiré como mi clase, no por los compañeros, si no por esa habitación blanca que ya no estará forrada de verde ni de blanco. Aunque de todas formas, me sienta a gusto en ese lugar. 
Me despido de mis amigos, con los que he estado media hora hablando, media hora recordando lo divertido que era aburrirse en clase, escuchar la reflexión, llorar el último día... Lo divertido que era estar allí. 




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