Parte 1.

-¿Cansada? ¿De qué?

-De todo lo que perdí, y de todo lo que volveré a perder.

El parque estaba en silencio, hacia un poco de frio, lo normal cuando la estación otoñal llega.

-Pero, no puedes rendirte.

-Debo hacerlo. No soy yo la que compone su corazón. Ante sus ojos, solo soy una chica del monton.

-¿Chica del monton? -le dije mientras me sentaba a su lado, en aquel banco.

-Sí. No me mira y si lo hace es solo por deber, no por que quiera.- dijo escondiendo su cara entre sus manos y su pelo.

No podía verla así. Me sentia impotente y estupido en aquella situación. ¿Qué podía hacer si yo tambien era otro chico del monton...?

-Ella es más guapa que yo, mucho más simpatica...- se quedó callada por un momento.- Se nota de sobra que no soy la elegida.

No sabía que decir. Yo siempre habia pensado que la chica sentada a mi lado en el banco era la más guapa y la más simpatica.

-No lo soporto, por que, alguna vez me hice ilusiones. Creí por un tiempo, que tenia alguna posibilidad. Que sus miradas eran mias y solo pensaba en mi...- levantó la cabeza de las manos. Su cara estaba roja y empapada a causa de las lágrimas. El poco rimel que se había puesto ese día estaba por toda su cara.

Me miró con los ojos cristalinos.

-¿Qué tengo de malo?- me pregunto.

¿Qué tenía de malo? Nada. Solo que ese niñato no se había fijado en ella.

-Nada. Solo que, los sentimientos son así. No puedes elegir a la persona de la que te enamoras... No puedes.

Ella me miró un segundo y puso su cabeza en mi hombro.

-Si así fuera, hace tiempo hubiera dicho : 'Se acabó'

-Yo también...

Sollozó.

-¿Tambien te has enamorado de alguien tanto como para llorar? - me preguntó mordiendose el labio.

-Sí. Aunque es raro escuchar eso de un chico.

Cerró los ojos y se le escaparon dos lágrimas fugaces.

-No. No lo es. Hay personas que sienten menos y otras más. ¿Quien era ella?

El corazón me dió un huelco. ¿Era el momento?

-Lo has dicho mal...

Volvió a sollozar y lo volvió a intentar.

-¿Quién es ella?

No sabia si era el momento. No sabía si era el lugar, o si estaba preparado o no, o si ella lo estaba. Había pasado demasiado tiempo. Yo era su amigo, solo eso. Pero, había pasado tantas cosas con ella, demasiadas. Y yo, imbécil, estaba en aquel banco, sentado, haciendole de respaldo por que alguien le había roto el corazón. Por alguien al que quería, pero ¿Por qué no yo? ¿Qué tenía yo de malo? ¿Era un chico del monton? ¿Él era acaso más guapo o más listo que yo?

-Se fué. Hace tiempo que se fué.

Me agarró con fuerza del brazo y puso su cara en mi pecho. Sabía que nunca estaría a su altura. La abracé.

-Gracias.- me dijo llorando.

-De nada.